Señor Jesucristo,
modelo de auténtica humildad,
que hiciste de Calasanz tu perfecto discípulo
en la educación de la juventud
y en la evangelización de los pobres,
concédenos que, siguiendo sus pasos,
alcancemos la eterna recompensa.
Tú que vives y reinas
por los siglos de los siglos.
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