Virgen y Madre nuestra de Coromoto,
que siempre has preservado la fe del pueblo venezolano.
En tus manos pongo sus alegrías y esperanzas,
las tristezas y sufrimientos de todos tus hijos.
Implora sobre los Obispos y Presbíteros
los dones del Espíritu, para que,
fieles a sus promesas sacerdotales,
sean infatigables mensajeros de la Buena Nueva, especialmente entre los más pobres y necesitados.
Infunde en los religiosos y religiosas
el ejemplo de tu entrega total a Dios,
para que en el servicio abnegado a los hermanos
los acompañe en sus trabajos y necesidades.
Madre de la Iglesia,
alienta a los fieles laicos,
comprometidos con la Nueva Evangelización,
para que, con la promoción humana
y la evangelización de la cultura,
sean auténticos apóstoles en el Tercer Milenio.
Protege a todas las familias venezolanas,
para que sean verdaderas Iglesias domésticas,
donde se custodie el tesoro de la fe y de la vida, donde
se enseñe y se practique siempre la caridad fraterna.
Ayuda a los católicos a ser sal y luz para los demás,
como auténticos testigos de Cristo,
presencia salvadora del Señor, fuente de paz, de alegría,
de esperanza. Reina y Madre Santa de Coromoto,
ilumina a quienes rigen los destinos de Venezuela,
para que trabajen por el progreso de todos,
salvaguardando los valores morales y sociales cristianos.
Ayuda a todos y cada uno de tus hijos e hijas,
para que, con Cristo Nuestro Señor y Hermano,
caminen juntos hacia el Padre,
en la unidad del Espíritu Santo.
Amén.
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