José dulcísimo y Padre amantísimo de mi corazón,
a ti te elijo como mi protector en vida y en muerte;
y consagro a tu culto este día,
en recompensa y satisfacción
de los muchos que vanamente he dado al mundo,
y a sus vanísimas vanidades.
Yo te suplico con todo mi corazón
que por tus siete dolores y goces
me alcances de tu adoptivo Hijo Jesús
y de tu verdadera esposa, María Santísima,
la gracia de emplearlos a mucha honra y gloria suya,
y en bien y provecho de mi alma.
Alcánzame vivas luces
para conocer la gravedad de mis culpas,
lágrimas de contrición para llorarlas y detestarlas,
propósitos firmes para no cometerlas más,
fortaleza para resistir a las tentaciones,
perseverancia para seguir el camino de la virtud; particularmente lo que te pido en esta oración
(hágase aquí la petición)
y una cristiana disposición para morir bien.
Esto es, Santo mío, lo que te suplico;
y esto es lo que mediante tu poderosa intercesión,
espero alcanzar de mi Dios y Señor,
a quien deseo amar y servir,
como tú lo amaste y serviste siempre,
por siempre, y por una eternidad.
Amén.
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